Reflexiones variadas

Seis menos seis de la tarde, solo a mí se me ocurre coger el ordenador, abrir Word y ponerme a escribir. Sigo sin creerme el día de hoy, las palabras, los diálogos e incluso los momentos de gloria me resultan ya un recuerdo fugaz de todo lo ocurrido, supongo que ese es uno de mis peores defectos, siempre espero la perfección
Diría que uno de los momentos más estresantes en un debate son las deliberaciones de los jueces, ese momento en el que te entra una mezcla entre emoción y preocupación, ese momento en el que te muerdes las uñas e intentas desesperadamente que digan el nombre de tu equipo… pero no lo hacen. La derrota es amarga, extremadamente amarga, aún recuerdo ese instante, nos agarrábamos de las manos con fuerza suplicando, implorando oír por un solo segundo nuestros nombres, “Esclavas Madrid 1” dijeron, o “Madrid 1”, tampoco lo recuerdo bien, lo que si que recuerdo son los aplausos, esos aplausos secos, fríos, más bien parecían golpes; esos aplausos que me quebraban lentamente, la derrota había sido un golpe bajo lo admito, pero no fue tan duro como lo que vino después. Educadamente aplaudimos a nuestros compañeros, y cuando me levanté para felicitar al primero… lo sentí, sentí otro golpe con el doble de fuerza que el anterior, “Ahí va mi orgullo” pensé y volví a mi sitio, la entrega de premios, las fotos, las felicitaciones por el segundo lugar, todo lo pasé con una sonrisa forzada. Siendo sinceros una felicitación es agradable, el hecho de que te den la enhorabuena por tu esfuerzo reconforta, pero ¿Sabes qué no reconforta? Las miradas cínicas con las que se acompaña a esas felicitaciones, esas miradas que te juzgan de arriba abajo y gritan “Podrías haber hecho más, mejor, podrías haber hecho que tu equipo ganara”. Lo repetiré otra vez, la derrota es amarga, extremadamente amarga, pero no se compara en absoluto con el sabor de la culpa, el simple hecho de pensar que podría haber hecho más no me rompe, me destroza. Si tan solo hubiese escogido refutación desde un principio, si me hubiese adelantado al otro equipo o si tan solo los roles de la final hubiesen sido con la posición en contra… pero no lo fueron
Y aquí estoy Siete menos veinte, sintiéndome orgullosa de mi equipo, escribiendo, dando punto final a esta etapa de mi historia, cerrando el capítulo en el que por primera vez en mucho tiempo supe que podría haber hecho más.
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A media noche, recorriendo el paseo marítimo con tan solo la compañía de las olas, sumergida en un mar de dudas, pensé en ti
Si tan solo pudiese explicarte una parte de lo que siento...

El olor a tabaco, mezclado con el aroma de la brisa marina y el amargo sabor del café (que me había tomado hace apenas unos segundos) fueron suficientes para que todas aquellas emociones, que creía olvidadas, volvieran a mí como el recuerdo de una vieja melodía

Las farolas alumbran con dificultad el estrecho camino hacia el hotel,, mi última noche, mis últimas horas de vacaciones malgastas pensando en lo que pudimos ser, ,malgastadas pensando en ti; la única persona de la cual me era imposible deshacerme 

Ojalá pudiera sacarte un segundo de mi cabeza, esconderte bajo una sonrisa cínica y olvidarme por completo de lo que llegaste a causar en mi, pero en lugar de eso imagino tu boca, reluciente como de costumbre, acompañada de esos ojos castaños que te miran con la profundidad del mismo océano. Pequeñas corrientes salinas recorren por completo mi cara y una dolorosa presión se hace presente en mi garganta

Creo que nunca te lo llegué a contar, pero me gusta llorar en el mar, y en los días de lluvia; son los únicos lugares donde mis lágrimas se ven tan insignificantes como el motivo por el que las causo... 
Amor, ¿Quien lo diría verdad?

Me tomo unos segundos para pensar, aprovecho las últimas caladas para reanudar mi travesía hacia el dichoso hotel, mi respiración agitada regresa lentamente a la normalidad y el brillo de mis pupilas recobra su naturalidad. Guardo el mechero en mi bolsillo derecho y con un beso me despido del mar, nadie a parte de él podría saber que te sigo recordando...

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La admiro, en el fondo siempre la he admirado
Ella es tan común, tan simple, no destaca por su belleza, tampoco por su bondad o delicadeza, no tiene características propias de una dama que puedan hacer perder la cabeza a uno, pero sin embargo... La amo

Creo que lo que me llevo a perder la locura fueron sus labios, efectivamente sus labios; esos dos relieves rosados que me dominaban por completo cuando soltaban palabra, esas formas curvadas a las que no podía evitar seguir con la mirada a cada segundo, sus labios eran, en pocas palabras, el principio y el final

También la recuerdo a ella, una joven morena y de tez pálida, muy sensible a cualquier cosa, cualidad que desprecio y admiro al mismo tiempo...
Permitanme explicarme:

Ella es delicada por fuera, muy susceptible e irritable pero fuerte por dentro, lo opuesto de mi, yo puedo ahogarme con mis propias lágrimas y que nadie se de cuenta...

Ella en dos años será capaz de olvidar todo, en cambio a mi me perseguirá de por vida. Porque esa es la diferencia, su dolor será mucho mayor que el mío, pero desaparecerá rápido; en cambio el mío, por pequeño que sea quedará marcado en las cicatrices de mi cuerpo y alma recordándome que nunca la tuve y por lo tanto... nunca la perdí

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